Había una vez, una chica, que vivía en el Bronx, con su madre. La calle donde vivía, era la calle con más cotillas del borough. Ella se llamaba Diminutas gotas de agua del alba.
Ella iba todas las mañanas a casa del Lobo feroz, donde trabajaba de P.A (personal asistant), donde trabajaba siempre con gran fervor, decisión y dedicación. Eso sí, al igual que en estos tiempos modernos, cotizaba la mitad de lo que trabajaba.
Diminutas gotas de agua del alba, tenía una amiga intima, era una gata muy gatuna, que vivía y merodeaba por los tejados del midtown de Manhattan.
El tiempo libre que tenía, lo dedicaba a ser buena hija y a salir a andar por Manhattan con su amiga gata, que, a pesar de tener un nombre muy largo, ella lo llamaba Gracias las que usted me hace. Ellas dos hablaban de muchas cosas, y la gata, le enseñaba las estrellas que había en el cielo y le mostraba Manhattan, tal como ella lo veía.
Diminutas gotas de agua del alba, se llevaba muy bien con su pequeño circulo de P.M.A.M., es decir, personas allegadas a mi. Diminutas gotas de agua del alba, consideraba a su amiga, Gracias las que usted me hace, una autentica filosofa y consejera, aunque no era así. A Diminutas gotas de agua del alba y Gracias las que usted me hace, le gustaban las mismas cosas y, por eso, pasaban mucho tiempo juntas.
El lobo feroz, era un gran trabajador y hacía trabajar mucho a Diminutas gotas de agua del alba, que cada vez tenía más responsabilidades. Incluso, iban un par de días a Connecticut.
Un día, Diminutas gotas de agua del alba dijo: " ¡Necesito un espacio! A lo que el lobo le respondió: "¡Tonterias! Necesitas salsa, quizás deberías ir a bailar..." y ella contestó: "No, gracias" y salió de trabajar cabizbaja.
Cuando la madre, la señora Bufala, la vió, supo que algo le pasaba y, en seguida, le preguntó que le ocurria. "Creo que necesito un espacio" dijo, la madre la miró decepcionada y le dijo "¡Bahh! lo que necesitas es unas zapatillas de deporte".
Salió a la calle y se encontró un conejo que gritaba "¿Dondé esta mi zanahora?". Ella había visto muchas veces al conejo y siempre hacía lo mismo. Pero ese día, se paró para ayudarlo y así, olvidarse de la cuestión que ocupaba su cabeza. Así que se paró y le preguntó "¿Puedo ayudarte?" Entonces el conejo solto un alarido, abrazo a la niña y grito: "¡He encontrado mi zanahoria!
Entonces, le contó a el su preocupación y éste le dijo "¡No! Tu necesitas amor". Ella se enfado, aunque solo un poco. Y pensó "Tengo que contarselo a mi gatira! Y se acercó a su amiga en el Rockefeller center, y la gata se puso a ronronear por sus pies.
Fueron juntas al Empire State y desde el mirador, Diminutas gotas de agua del alba le contó a su pesar, finalmente, y despues de pensarlo un rato dijo: "¡¡¡Bah!!! No necesitas salsa, porque ya tienes bastante ajetreo; ni zapatillas, si tú no corres; ni amor, porque ya tienes el corazón del conejo. Tú necesitas espacio, pero no tienes que buscar mucho, porque tu espacio, está en ti misma, aprovéchalo y disfrutalo, no todos lo encuentran y, los que así lo hacen, no todos lo disfrutan.
Anduvierón un rato, y se despidieron en Times square, con sólo un adiós y sus corazones llenos.
Dedicada a la buscadora de espacios, para que, no sólo pueda encontrarlo y disfrutarlo, sino que también pueda transmitirselo a los demás.
Besos, aunque sean pocos.