viernes, 27 de mayo de 2011

Introspección

Sopla el viento y me dejo llevar, el me lleva por caminos de perdición, quiero parar, reflexionar, como distinguir verdad o mentira en la oscuridad.. A tientas voy y busco una luz, me tropiezo con personas que escupen mentiras en mi cara, mientras caigo, me levanto y me vuelvo a caer.
Pido ayuda, extiendo la mano, quien me tiene que ayudar está haciendo la guerra, mi mano nota el frío del vacío, "¡Ayudaaa, por favor!"- grito. Alguien me sujeta debilmente, pero no tiene ojos, "sujétate fuerte" me dice y me tira hacia ella. Me siento endeble y camino sobre piedras, todo lo que conozco está lejos.
No puedo separarme de ella, me agarra fuerte, tanto, que siento mucho dolor, pero camino. Y en el camino caemos sucesivamente,  ella y yo y llega una segunda caída, y una tercera y una cuarta...
Noto Agua sobre mis pies, la marcha es dificultosa, pero ya somos seis personas.
Las heridas son mayores y, a veces, me cuesta respirar, estoy agotada y quiero parar, pero no puedo, tiran de mi y me llevan.
Alargo los brazos hacia algo y, siento vida, es el tronco de un árbol, tomo resuello apoyada en esta Madera.
Busco y busco, y me encuentro sola, quiero gritar y no me sale la voz. Entonces escucho risas, risas burlonas que me rodean y me arrojan puñados de Tierra, que manchan mi vestido. Y lloro por mi vestido sucio, por mi miseria y, mientras mis lágrimas bajan por mi cara, las risas se alejan.
Me siento en el suelo, estoy cansada, triste, consumida, hambrienta, sedienta, ciega, dolorida... Y todavía queda mucho para terminar.
Retomo la marcha y meto mis manos en los bolsillos, noto algo duro, lo saco, lo palpo, lo muerdo. Es una moneda de un extraño Metal.
Escucho una voz que me llama, pero no dice mi nombre, lo que dice es antiguo, arcano y no sé por qué me siento identificada, comienzo a darme prisa, corro, corro velozmente. Mi corazón se acelera, junto con mi respiración y noto Fuego en el pecho, es purificador.
Me detengo de golpe, me agacho y respiro jadeando, estoy más cansada y el final del camino se acerca o eso creo.
Voy pensando en mis próximos pasos, cuando me golpeo en la cabeza. Frente a mi hay una puerta, es siempre la misma puerta, con mi cabeza apoyada en la puerta, sigo andando.
Hay movimiento, pero no recorro distancia, de tanto mover los pies, hago un agujero en el suelo y, éste se hace más y más grande, y tengo miedo de que, como siempre me pasa, termine cavando mi propia tumba.
Un fuerte viento sopla y se hace cada ver más fuerte, yo sigo delante de la puerta, andando y andando, con mi cabeza apoyada en ésta. Me canso , me desgasto y no avanzo.
El viento levanta del suelo, las hojas del cambio de estación y en el fondo del agujero, en el que estoy, se forma una burbuja de Gas, me atrapa y sube. Vuelo en la burbuja.
Se oye un "click", mis ojos se abren y empiezo a ver, miro hacia abajo y veo la puerta, que empieza a quedar atrás. Ahora el camino es más fácil, ¿podré ver el amanecer?




miércoles, 25 de mayo de 2011

Te esperaré

Te fuiste un día y me dijiste:
 "volveré pronto, espérame"
yo conteste: "Te esperaré"
Sólo ibas a estar fuera un par de meses.

Mientras hacías la maleta, me dijiste:
"No vayas a aeropuerto mañana,
no quiero recordarte con tristeza"
Y gozamos de ese último momento juntos.

A día siguiente no estabas en mi cama,
no fui a despedirte al aeropuerto,
ya empezaba a echarte de menos,
"pronto volverá" me consolaba.

Pasaban los días, con sus horas,
y yo lo echaba de menos,
recibía llamadas, emails
y yo lo echaba de menos.

De día me mantenía ocupada,
trabajando, comprando, limpiando....
De noche, sola y en la cama
y yo lo echaba de menos.

Las conferencias me sabían a poco,
las cartas eran muy espaciadas
y a los emails les faltaba calor
y yo lo echaba de menos.

Los sábados caminaba por nuestro rincón favorito,
dando vueltas y más vueltas, buscando tu rastro
por algúna parte del parque María Luisa
y yo lo echaba de menos.

Un día, sonó el teléfono
y alguien decía tu nombre,
decía accidente, muerte
y yo lo sigo echando de menos




domingo, 22 de mayo de 2011

Llueve

Afuera llueve, dentro la soledad.
Soledad que se agolpa en mi suspirar.
Suspiros que vuelan libre desde mi boca.
Boca que gime de dolor.
Dolor que aplasta mi alma.
Alma vieja y ajada que no para de sufrir.
Sufrir, ¿hasta cuándo, corazón?
Corazón que late, mientras respiro.
Respiro tu nombre día y noche.
Noche eterna sin dormir.
Dormir querría como un niño.
Niño pequeño, adorable ser.
Ser y estar es el mismo cantar.
Cantar desafinado al amor.
Amor impuntual, ¡qué me haces esperar!
Esperar a que escampe,
a que deje de llover, pues,
¿no ves que es mi corazón
el que llora por ti, y es
al salir cuando se transforma en lluvia?
¿No lo ves? Por cuanto te quiero,
mi corazón se quiebra y tu no llegas,
¡Qué malvado destino,
querer a quien no te quiere!

jueves, 19 de mayo de 2011

La joven y las estrellas

Erase una vez, una muchacha tímida y recelosa del mundo que vivía en una pequeña ciudad costera. Todos los días, hacía las mismas cosas: se levantaba, desayunaba, hacia la cama , recogía la casa y salía a la calle. Paseaba por las calles peatonales y después de un corto paseo, se dirigía a comprar, unos días iba al mercado, a comprar fruta y verdura fresca y otros visitaba un supermercado, los menos.

Vigilante estricta de cumplir la rutina diaria que se marcaba, llegaba de la calle y preparaba la comida. Acto seguido, comía, recogía, fregaba, se duchaba y se iba a trabajar. Así, un día y otro, pasando los días hasta que llegaba su momento favorito, la noche del viernes, justo después de salir cansadísima del trabajo.

Normalmente iba a su trabajo andando, debido a la cercanía, pero los viernes, se llevaba el coche. El cual, preparaba con esmero, guardando en el maletero, toda clase de cachivaches.

El viernes por la tarde, era para ella sola, bueno, cualquier cosa que hiciera cualquier día, era sólo para ella, ya que estaba en la vida sola, sin familia, ya que hacía mucho que era huérfana, tampoco tenía amigos, conocidos ni pareja. Pero esa noche, ella sentía que era para ella, porque hacía lo que más le gustaba.

Salía del trabajo y se alejaba unos pocos kilómetros del casco urbano, donde ella residía, aparcaba el coche en el arcén de una carretera muy poco transitada, sacaba las cosas del maletero, por lo general, solía ser : una mochila, y una nevera portátil.

Cerraba el coche y se aseguraba que lo había cerrado, encendía la linterna que había sacado antes de la guantera y  se dirigía por un camino, a través del bosque de pinos, que muy pocos conocían. Andaba unos 800 metros y al terminar dicho camino, comenzaba una playa virgen que muy pocos conocían, y los que sí lo sabían, nunca se encontraban allí los viernes a esa hora.

Abría la mochila y sacaba algunas cosas de su interior, lo primero era, unas sábanas viejas que extendía sobre la finísima arena, se quitaba los zapatos y sacaba un par de mantas, porque, a pesar de no ser ya invierno, todavía hacía un poco de frío.

Acto seguido, abría la nervera y sacaba una fiambrera que siempre lleva una jugosa tortilla de patatas, servilletas, cubiertos, vasos y una botella de agua mineral con gas. E iluminada solamente con la linterna, comía, tan sola como siempre, aunque en ese lugar, nunca se sentía sola.

Una vez terminada la cena y recogido todos los enseres en la nervera portátil, apagaba la linterna y se quedaba un rato acostada boca arriba, mientras los ojos se acostumbraban a la oscuridad reinante en la playa.

Después de un rato, se coloca una linterna frontal, que cuando se enciende, genera una débil luz roja. Saca un cuaderno y un par de objetos más, los cuales, mira detalladamente mientras los manipula.

A partir de ese momento, ya no está sola, sino rodeada por estrellas que brillan, a saber de donde y cuando. Mira al cielo y dislumbra la osa mayor, apunta en su cuaderno unas notas, es fácil encontrar la osa menor, partiendo de la mayor. Antes de buscar más constelaciones de forma ordenada y organizada, prefiere improvisar y mirar al cielo buscando las constelaciones más fáciles de ver, como la cabeza del dragón, el cinturón de Orión, casiopea, cefeo....

Después coge los prismáticos y se dedica a observar la cúpula celeste palmo a palmo, tomar notas, mirar, volver a mirar, mientras en su cabeza se amontonan las historias que encierran las estrellas, historias de dioses humanizados, héroes, cazadores, ninfas, etc..

Se esta haciendo tarde, a perdido la noción del tiempo y empieza a sentir frío. Antes de levantarse, saca un termo y un vaso y se toma una leche calentita que le hace entrar en calor. Recoge rápido y se encamina por el bosque, precedida del haz de luz de su linterna.

Se vuelve a mirar atrás y concibe un deseo, es sólo un momento pero es, entonces, cuando desea tener a alguien con quien compartir ese tiempo en la playa, contarle las historias de las estrellas y hablar con susurros a ritmo del vaivén de las olas. Mira al cielo, como si les dijera a las estrellas, sólo os tengo a vosotras,  y se adentra por el sendero a través de los pinos. Vuelve a sus rutinas, su vida y su soledad.




lunes, 2 de mayo de 2011

¿Qué es sentir?

  • Tener mariposas en el estómago cuando me miras.
  • Una sacudida del alma.
  • Notar el frio en mi piel.
  • Caminar descalza.
  • Romper a llorar.
  • Dolor de barriga, por una larga carcajada .
  • Oirte decir "te quiero".
  • Percibir los pelos de punta de la nuca.
  • Bostezar.
  • Dormir, largo y profundo.
  • Agua caliente caer por mi cuerpo.
  • Cosquillas en los pies.
  • Cerrar los ojos y soñar despierta.
  • La brisa que arremolina mis cabellos.
  • Ver volar en libertad a los pajaros.
  • Rodar por la arena de la playa.
  • Respirar despues de estar un rato debajo de agua.
  • Amar, soñar, volar...